A la vista está, que ser optimista hoy en día, es un lujo que, si lo cultivas, te puede venir genial en tiempos de crisis. El problema está, desde mi punto de vista, en hacer un mal enfoque del fin que debe perseguir el optimismo.
Resalto, en primer lugar, lo que considero un optimismo mal creado o concebido:
En este caso, cuando el optimismo te ciega y te hace ignorar lo que realmente pasa a tu alrededor, estás creando un primer mal enfoque. La realidad nunca puede ser obviada y, menos aún, si esa realidad es desastrosa. Las soluciones se generan si se tiene en cuenta todo lo que te rodea. Tomando conciencia de lo bueno y lo malo.
Si ese optimismo te ciega y te aparta de la realidad, das un primer paso en falso que te hará caer en un segundo mal paso y mayor aún que el primero: el conformismo. Un frío conformismo que te hace pensar que no puedes hacer nada para cambiar lo que crees que debe ser cambiado, un conformismo que te hace ver -de forma errónea- que las soluciones vienen solas y que todo funciona por ciclos automáticos en los que nada tenemos que ver y que si ahora estamos en una mala racha, ya vendrán tiempos mejores.
En definitiva, llegamos un conformismo que genera un bucle infinito en el que, por un lado, pensamos que no podemos hacer nada como personas -e incluso como sociedad en conjunto- para la consecución de cambios y, por otro, que toda solución viene sola, como por arte de magia... No hay mayor error que caer en esta trampa. En primer lugar, porque todo devenir de una sociedad, parte en gran medida de una sociedad en sí misma (A la hora de crear valores, de elegir a sus representantes, de promover cambios,de mostrar su disconformidad, etc) y en segundo lugar, porque, aprovechando que no creemos o asimilamos este primer punto, quiénes ostentan cargos de poder (En diferentes niveles), perciben este resquicio, para ensalzar esta idea, generando un sistema aún más fuerte en tu contra que te hará pensar de forma más seria aún, que todo lo que pienses o hagas, estará de más.
Como se puede comprobar, el entramado de toda esta trampa es digno de la más pura y complicada ingeniería.
Un segundo enfoque del optimismo, para mí, consiste en que logremos ver la realidad pensando en el medio y largo plazo, actuando para ello en la inmediatez y mirando a ejemplos del pasado que no se pueden volver a permitir. Es decir, pensemos que se pueden lograr cambios, actuando desde ya, cambiando la mentalidad y asimilando de una vez por todas que de nosotros dependen y pueden depender muchas decisiones que acabarán por afectarnos. Pongamos cimientos para que las propuestas no sólo sean propuestas y que se conviertan en medidas con unos fines y un objetivo. De esta forma, si mantenemos esa mentalidad y logramos ir actuando con cabeza, buscando metas y dotando a nuestros pensamientos e ideas de mecanismos para traducirlas en hechos, conseguiremos dar pequeños o grandes pasos en una dirección concreta que nos permitirá lograr cambios. Mayores o menores, pero cambios. (Generar debate y promover el intercambio de ideas en diferentes foros, me parece una gran medida para comenzar a generar este paradigma).
Pero este enfoque, no debe ir en solitario, no puede quedar incompleto. De forma paralela, debemos pensar en crear instituciones que lo hagan posible y lo mantengan. Un buen comienzo podría estar en mejorar nuestro sistema educativo, con un proyecto revisable y estable a medio y largo plazo. (¡Wert y consejeros de educación, tomad nota!).
En definitiva, nos encontraríamos, bajo mi punto de vista, ante un enfoque mucho más completo y productivo que el primero, generador de pensamientos y alternativas.
Por lo tanto, me considero un defensor acérrimo del optimismo, de la sonrisa diaria y de poner mi granito de arena en mejorar el ánimo de los que me rodean, pero también de la disconformidad, del espíritu crítico y de pensar en el cambio. Por eso mismo, el enfoque que decidí coger para mi optimismo es el segundo que he expuesto. El que es capaz de dar instrumentos y esperanzas reales a una sociedad adormilada, el que genera un sentimiento de inconformismo y crítica ante lo que le rodea y el que permite que busquemos el cambio teniendo en cuenta nuestra realidad y no sólo se queda en una mera sonrisa o mundo de "Yupi" mientras la realidad nos supera riéndose de nosotros (También con optimismo).
El primer enfoque, para mi es insuficiente y creo que nocivo porque su fin se desdibuja y permite mantener lo que ya conocemos, alejándonos de lo que podemos perseguir.
Sólo me queda preguntarte: ¿Cuál eliges?
Antuán